María no es el Evangelio. No hay ningún Evangelio de María. Pero sin María tampoco hay Evangelio. Ella figura en los cuatro.
Desde la Anunciación a la Cruz, junto a su hijo Jesucristo. Y desde la Cruz hasta nuestros días, junto a nosotros.
“A Jesús por María” no es una invención moderna, es la tradición bimilenaria de la Iglesia.
No hay mejores maestros para conocer a María que los mismos evangelistas. Ellos nos transmiten la auténtica figura de María.
Esta quinta edición va enriquecida con un capítulo dedicado a san Lucas, el médico griego, el evangelista mariano, el que pintó un retrato de María, el que nos dio acceso al Corazón de María, cofre de los misterios del Santo Rosario.
¿Qué pudo brindarle su origen, su educación, sus estudios médicos en el mundo helenístico de su época? ¿Cómo calibrar el valor de su testimonio y de su capacidad de discernir el hecho cristiano y, sobre todo, ante milagros de orden biológico como la concepción virginal de María?
En Lucas parecen conjugarse lo mejor de las dos principales escuelas médicas griegas: la empírica y la pneumática. ¿Lo eligió por esto mismo el Espíritu Santo para blindar el testimonio evangélico contra las posibles dudas del Teófilo ilustrado?