Puede llamar la atención que un investigador de la teología escriba sobre economía, disciplinas que parecen encontrarse muy distantes. Sin embargo, él lo hace desde el horizonte de la Doctrina Social de la Iglesia, que constituye una dimensión fundamental del Evangelio y no un mero apéndice. Se introduce en la economía para estudiar su repercusión en la vida familiar, terreno de su especialidad. Y además se pregunta, en sentido inverso, por el impacto de la familia en la vida económica.
En toda familia se sigue el ritmo de la economía con interés, con preocupación y a veces con angustia. Los de clase media se organizan para transcurrir todo el año, incluidas las vacaciones. Los pobres procuran llegar al fin del mes y los indigentes al fin del día. La Argentina es un país rico, con una cuarta parte de su población viviendo en la pobreza. ¿Qué ideal de familia podemos presentarles a los del sector más carenciado? La Doctrina Social de la Iglesia nos invita a construir un humanismo solidario que pueda ser asumido por todos los hombres de buena voluntad y no sólo por los cristianos. Un humanismo ‘que pueda animar un nuevo orden social, económico y político, fundado sobre la dignidad y la libertad de toda persona’. Lo económico entonces no es una realidad extraña a un humanismo centrado en la persona y en la familia.»
P. Ignacio Pérez del Viso, S.J.