Si bien la sociedad tiene que ver con un orden de carácter jerárquico que aspira a dar cuenta de todo, hay bastante actividad que no termina de encajar en dicho orden y que muestra otros modos de ser de lo social. A ese excedente de actividad o falta de sociedad podemos denominarlo anarquía. El libro propone una reflexión sobre ella en distintos ámbitos. Desde el tiempo que huye del mecanicismo, las promesas y las sincronías, a la creatividad que, en el ámbito de la moda y relativamente al margen de la grandes firmas, exhiben las multitudes. Con relación al medio ambiente, hay anarquía en las formas no paisajísticas de acoplamiento entre humanos y no humanos e igualmente en eso “real” que refracta y difracta las acciones políticas anudadas a reflexiones científicas destinadas a introducir osos en los Pirineos. También hay anarquía en la paz social obtenida sin monopolio del ejercicio de la violencia, en la regulación de la existencia sin apelar a la catástrofe y, en fin, en la producción de conocimiento dentro, pero a pesar, de las Universidades. Por último, tal como nos mostraron los “indignados”, hay anarquía porque hay mucha y muy interesante vida política fuera de la democracia.