¡ Vacío !
Las páginas de El pobre de Asís desbordan continuamente del amor que Dios inspiró en Francisco. Aun en los momentos más duros de desazón, incomprensión, dudas, Francisco siente a su lado a su gran Amigo y comprende, entonces, qué cosas Él ama y desea, haciéndolas suyas. Niko Kazantzakis crea, de esta manera, una nueva alegoría para nuestro tiempo. Pone ante los ojos del lector la visión de san Francisco: su amor por lo pequeño, por lo sencillo y lo débil, pues allí es donde escuchamos más libremente a Dios. Descubrir esto significa confiar en que sólo el amor podrá salvar a los hombres, y que el mundo será transformado sólo si los hombres somos capaces de amarnos y de amar lo que Dios ha creado.