Juan es uno de los ascetas orientales de mayor renombre, miembro del monasterio de Santa Catalina entre los años 580 y 650, al cual ingresa a los dieciséis años, recibiendo una sólida formación intelectual.
A los veinte años recibe la tonsura monástica y a la muerte de su padre espiritual decide entregarse a la vida solitaria en un sitio llamado Thola (Wadi El Tlah) donde se establece en una gruta algo alejada del grupo de anacoretas que vivía en los alrededores. Con el tiempo se convirtió en un eminente padre espiritual.
Llega a ser higúmeno del monasterio de Santa Catalina en el Monte Sinaí, momento en el que se supone fue redactada su Scala Paradisi, como la llamaron los latinos y a la que debe su nombre de Clímaco (en griego klimax: escalera). La Santa Escala está compuesta por treinta logoi, llamados posteriormente por los editores escalones y completada por una “Carta...” dirigida al higúmeno Juan de Raitu, a quien dedicó el libro.
La Escala indica, a través de múltiples señales, el camino a seguir por la libertad humana en la obra de crucifixión —de nuestra individualidad no transfigurada, y de transfiguración de nuestro ser entero en la luz de la resurrección— obra que no puede ser realizada sin la acción de la gracia divina.