“A diferencia del libro anterior, en el cual te ofrecí algunos ‘consejos’... éste debe llevar una explicación previa. No te hablaré de las cosas en general, porque no terminaríamos más, y sólo lo haré de aquellas pocas cosas que me interesaron, o bien que he querido, por una razón o por otra, en mi ya larga vida. Aunque muchos de nosotros creen que la relación con las cosas es muy simple, o bien que hay que tratarlas nada más que como cosas, yo soy de los consejos que piensan, es más, que saben, que esa relación es bien compleja y que hay que otorgarle la atención que requiere. Fíjate si es compleja que comenzaré por decirte que a las cosas hay que ponerlas en su lugar. No me estoy refiriendo solamente a que hay que ordenarlas en nuestras casas —para que no se amontonen por ahí sin ton ni son—, sino también en nuestras mentes y espíritus. Porque muchos conejos, en este mundo, se creen mejores que los demás porque tienen muchas cosas, y viven orgullosos de haber podido comprarlas y mostrarlas...” (del “Preámbulo que pone a las cosas en su lugar”)