Muchas personas, en muy diversos campos de acción, deben poseer capacidad ejecutiva, es decir, tener la habilidad de llevar a cabo y realizar diferentes acciones de cara al logro de determinados objetivos. Esto vale tanto para empresarios, gerentes, directores de programas y todos aquellos que, en el ámbito de la intervención social, educativa y cultural, trabajan en contacto directo con la gente. Pero ¿qué cualidades configuran una personalidad con capacidad ejecutiva, y qué es lo que hace que una persona tenga capacidad ejecutiva? Algunas personas sostienen que se debe tener un buen conocimiento de la ciencia de la administración y de la organización científica del trabajo, otras dan mayor importancia a un buen dominio de la teoría de los juegos y del proceso de toma de decisiones. Sin embargo, estos conocimientos y prácticas no bastan, ya que lo que hace que una persona tenga capacidad ejecutiva son, básicamente, ciertas características de la personalidad o cualidades personales, como ser emprendedor, buen comunicador, tener capacidad de liderazgo y persuasión, ser resistente al fracaso y las adversidades y, sobre todo, tener confianza en sí mismo, pero sin creer que se es infalible y que no se necesita de los demás. A su vez, la capacidad ejecutiva crece si se disfruta de lo que se hace. Nuestra intención es, pues, reflexionar sobre las cualidades personales relacionadas con la capacidad ejecutiva. Hace mucho que se investiga acarca de las cualidades personales que explican la capacidad de dirección, aunque nuestra preocupación fundamental sea la de considerar lo referente a la "capacidad ejecutiva".