Estamos en presencia de un poeta, de uno de esos poetas de quienes puede enorgullecerse una nación: un ser de los que no pueden caer sino ascendiendo, y que por su continua angustia son cautivos del fango de este mundo. El misterio es lo primero que vemos, apenas abierto este libro: este relato tan simple y tan bello de la peregrinación de un alma en busca de Dios. Es un alma que nada sabe de Él, que ignora su Rostro, pero que comprende que es necesario Uno, y que es necesario que ese Uno la haya concebido y dado a luz, desde que ella no puede ser huérfana de la Nada. Pocas cosas hay tan punzantes y penetrantes como el clamor de este poeta holandés, incapaz de saciarse de otra cosa que de infinito, y que grita su desesperación al no poder encontrar salida a su cárcel de contingencias. El valor de este libro es que el escritor orienta y nos obliga a reconocer la tremenda vanidad de una "vida sin porqué"; él no permite ningún descanso, ningún engaño a sí mismo... ni al lector que lo acompaña en sus viajes hacia horizontes eternos. Este libro sembrará una inquietud en innumerables almas, despertándolas de su indolencia e indiferencia frente al "gran porqué" de la vida; si es que no quieren perecer en la mentira de la soberbia o de la concupiscencia y son bastante grandes para hacerse pequeños.
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Indice | Introducción de León Bloy 7 Prólogo 15 Primera parte 27 Segunda parte 115 Epílogo 235 |