Cesare Bocardo

Cesare Bocardo nació. Este hecho irrefutable se constituyó en el alumbramiento más lógico y de un modo legítimo que dado se haya en la historia del pensamiento. Pero la poco feliz elección del nombre de pila, aunado al heredado apellido, lo destinó a no poder ser una primera figura. Cierto es que sus padres no ahorraron esfuerzo por intentarlo; mas como para lograrlo era necesario reducirlo a través de algunas operaciones y Cesarito se gustaba como era y no tenía confianza en las promesas de los cirujanos, se opuso decididamente: deseaba vivir y morir de muerte natural. Desde pequeño se mostró un decidido investigador: su madre jamás logró ocultarle exitosamente el dulce de leche. Vocación a la investigación científica que acabó llevándolo a una vida retraída, hasta que, ¡ay!, se topó con el amor: en una reunión de familia conoció a la prima Sophia -desarrolladita ella con los años-, no tardando en establecerse un filo rayano a esa "cuarta forma de locura" de que habla Platón. Pero cuando llegó a conocerla íntimamente sufrió Cesare atroz desilusión: la primita había corrido lo suyo; célebres hombres habían gozado de sus favores (¡reíos de Mata Hari!); medio mundo sabía al menos algo de su vida; y al cabo ella misma no era sino una desesperante suma de ideas contradictorias. Cortadas las relaciones, decidió advertir a futuros amantes lo que les esperaba. De aquí ésta, su obra maestra. Sus producciones de menor jerarquía académica suele firmarlas con el pseudónimo de J. E. ...

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Al filo de Sophia
Colección: Respuestas Educativas Serie: Eureka Parafraseando el subtítulo de la obra, diremo..
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