Todo juego consta de objetos definidos con los cuales se juega; encierra ciertas reglas que delimitan las jugadas posibles y posee objetivos terminales o parciales que se aspira a conseguir. Ser buen jugador demandará manejar ciertos conocimientos, imaginar situaciones posibles y elaborar hipótesis, adoptar criterios y diseñar estrategias adecuadas para la obtención del objetivo elegido. Habrá que pensar y actuar, tomando decisiones personales; habrá que elegir, haciéndose responsable del ejercicio de la propia libertad. Habrá que ejercitar la autocrítica: reconocer, investigar y corregir los propios errores; además, será imprescindible el dominio de los recursos expresivos necesarios. El manejo inteligente de reglas facilitará el abordaje de cualquier disciplina, reduciendo la inversión de tiempo y esfuerzo para llegar a conocerla. Sin conocer las reglas, el juego no se puede jugar en plenitud. Elegir lo que convenga y sea legal será la regla básica para empezar a jugar. Los autores advierten: "Éste no es un libro de lógica (que los hay muchos y buenos) sino más bien una propuesta metodológica que intenta mostrar un camino, proporcionar las herramientas básicas necesarias para llegar a comprender la Lógica como disciplina." Aceptamos tan cristalina aclaración y rescatamos lo que a nuestro juicio hace de este libro -guía valiosa- un gratísimo paseo: el importante papel que se le asigna al juego. Porque jugar no es un fin, sino un medio que abarca conceptos, principios, hechos, técnicas, destrezas pero también valores, actitudes, normas. Es un medio para la comprensión del mundo. El juego importa. Importa jugarse. Jugar es cosa seria; implica saber, hacer y valorar. Jugar implica pensar; jugar implica resolver situaciones poniendo en juego la libertad de elección con respeto por las reglas y las leyes. Al elegir tendremos que "jugarnos"; asumir el riesgo que significa toda elección; comprometernos, haciendo uso correcto de nuestra libertad interior y aceptar responsablemente los resultados de esa elección. (Cualquier similitud con la vida, ¿será solo mera casualidad?) Aprender a pensar es aprender a vivir. ¡Adelante y bienvenidos! El juego está por comenzar... ¡Hagan su juego, lectores! Laura Alejandra Etcheverry