El Sombrerero abrió los ojos desmesuradamente al oír esto; pero todo lo que dijo fue: -¿En qué se parece un cuervo a un escritorio? "¡Bueno, al fin nos vamos a divertir un poco!", pensó Alicia. "Me alegro de que nos pongamos a jugar a las adivinanzas..." -Creo que ésa la sé -añadió en voz alta. -¿Quieres decir que crees que sabes la solución? -dijo la Liebre de Marzo. -Exactamente -dijo Alicia. -Entonces debes decir lo que piensas -prosiguió la Liebre de Marzo. -Lo hago -replicó Alicia apresuradamente-; al menos... al menos pienso lo que digo... que es lo mismo. -¡Ni mucho menos! -dijo el Sombrerero-. ¡Vamos, es como si dijeses que "veo lo que como" es lo mismo que "como lo que veo"! -¡Es como si dijeses -añadió la Liebre de Marzo- que "me gusta lo que tengo" es lo mismo que "tengo lo que me gusta"! -¡Es como si dijeses -añadió el Lirón, que pareció hablar en sueños- que "respiro cuando duermo" es lo mismo que "duermo cuando respiro"! -Será lo mismo para ti -dijo el Sombrerero; y aquí cesó la conversación, y el grupo se quedó en silencio durante un minuto, mientras Alicia repasaba todo lo que recordaba sobre cuervos y escritorios, lo cual no era mucho. Lewis Carroll, Alicia en el País de las Maravillas, Madrid, Akal Editor, 1984, pp. 90-91.